DIARIO DE CAMPO
Un día de lectura en la escuela
02 de febrero del 2016
Una sesión de lectura en el tercer grado de primaria. Siempre tenía por
decisión trabajar la comprensión
de lectura de manera frontal, es decir; entregaba el texto a los niños, pedía
que lo lean de manera silenciosa, luego que respondieran determinadas
preguntas, para finalmente asumir los aciertos, pues las preguntas generalmente
eran para marcar la alternativa correcta, entre los distractores presentados.
Esperaba los resultados. Aquí sostenía mi labor educativa en función al
pragmatismo, el neopositivismo y la concepción tecnocrática de la educación,
claro dentro de una línea conductista.
Daniela, la niña que siempre me decía;
¿por qué todo tiene que ser así? Hoy me sorprendió con otra pregunta en pleno
proceso de la lectura, para decirme; ¿qué pasaría si esta lectura mejor lo
hacemos jugando? Aquella intervención,
más allá de quitarme la autoridad, porque así habría pensado un profesor
medieval, hizo que me desconcentre en cuanto a lo que estaba esperando, el
final de la lectura. Esto me llevó a preocuparme y sentir que algo está pasando
en los niños, ¿por qué siempre el mismo resultado? y yo no estaba haciendo nada por cambiar la situación.
Obviamente, en el momento no tenía una respuesta directa para Daniela. A ella se sumó Karlos,
el mismo que dijo: profesor, pero si en
esa lectura los niños juegan y conversan
con los animalitos, por qué nosotros no. Todo eso no hizo más que generar en mí
un sentimiento de culpa y creencia de que ellos son seres pasivos.
Ante lo que estaba sucediendo pensé;
qué sucederá en los niños al enfrentar aquella lectura? ¿Les generará interés
alguno? ¿Qué procesos del pensamiento
estarán activándose? ¿Qué valores y actitudes para interactuar en su casa,
escuela y comunidad se estará sellando?
Asimismo, empecé a darme cuenta que estoy siendo negligente al no evaluar
el contenido de los textos, a ello incluido los procedimientos que permitan una
mejor generación de aprendizaje. Estas interrogantes me estaban sacudiendo de
la orientación cajanegrista del aprendizaje, claro E-R. Skinner sostendría que
no se puede conocer el “O”, es decir el
mundo subjetivo del sujeto, sino externamente se debe trabajar los estímulos
para conseguir la respuesta.
Bueno, dejé de lado aquel modelo de
lectura mediante la enseñanza programada,
para asumir la sugerencia de los dos
niños, pues recordé que algo acerca de lectura lúdica había leído, pero no
tenía esperanza en ello porque según,
alguien me dijo que se pierde el tiempo. Pedí que los niños terminaran de leer
pero que las respuestas a las preguntas las trabajaríamos de otra manera. Dejé
que fueran a sus hogares.
La mañana había cedido el paso a la
tarde. Durante la hora de almorzar no dejaba de pensar en los niños y la
lectura, mediante preguntas que autorregulaban
mi accionar, metacognición para los cognitivistas. No lo voy a
negar, tenía que resolver esta situación, porque no podía ver las
caras de los párvulos al día siguiente
sin hacer algo distinto.
Busqué en la biblioteca cercana
acerca de teorías y técnicas acerca de
la lectura, pasé a pasé a internet, algo
había en este último, pero faltaba más argumentación, para saber lo que voy a
ejecutar con base científica. Revisé los
libros de mi casa, apuntes, videos, conversé
vía skype con dos amigos. Qué curioso, iba entendiendo que todo debe
estar fundamentado, nada está puesto al azar. La decisión ya estaba tomada, la
sesión de lectura la trabajaré con le técnica lúdica sostenida en la teoría
histórico cultural.
Con mi nuevo plan de sesión, me sentía
satisfecho de la decisión tomada. Mi sonrisa y entusiasmo eran tales, que
caminaba medio silbando. Al llegar a la escuela me sentía ser otra persona,
asimismo vi a los niños como los constructores de un país distintos. A la voz
de vamos a jugar con la lectura, porque leer es jugar, conversar, compartir,
pensar y trabajar formamos un círculo grande, cada cual con su hoja de lectura.
Todo esto hizo que los niños estuvieran sorprendidos, hasta yo mismo, porque
todos creíamos que se generaría un alboroto. En un primer momento la mayoría de
los niños estuvieron sorprendidos, otros saltaban. Daniela decía, ya era
tiempo, Karlos señalaba, qué raro, ya no leeremos? Percy decía, qué
nota nos va a poner?. Entre otras expresiones. Bueno, no lo niego en un inicio
estaba un poco ansioso por ver qué sucedería con los niños? Sí estaba seguro
de empezar por lo colectivo, colaborativo
hacia lo personal. Todo esto lo sustentaba en los niveles del aprendizaje
vigotskiano, desde el ineteraprendizaje hacia el intraaprendizaje de él
nuevamente al primero, pero en movimiento de espiral.
Durante el proceso leíamos
intercalando; yo, luego ellos o al
revés, como la lectura era una fábula, entonces
la participación tenía que ser total. Yo lo leía de manera oral y ellos
trataban de ser los personajes, sin importar la forma de representar. Todo este
acto lúdico era solo un medio para
conducirlos hacia la comprensión de lectura, tal como diría Aebli, “cuando
leemos es como si cada cual tuviera un televisor propio en la conciencia para
imaginar lo que sucede en los textos narrativos”. Después de releer el texto y conversar
riéndonos de lo que sucedía en la trama, decidimos formar dos grandes grupos para representar lo sucedido. Los niños
asumían cierto personaje, hasta se inventaba otros para que nadie quede sin
participar, ellos estaban entendiendo en la práctica escolar, porque se
asume como sostiene Isabel Solé; “toda
lectura es una significación propia, es la construcción de significados”, claro
pero vigotskianamente, aquello desde la acción colectiva hasta el pensamiento,
de aquí nuevamente a las acciones a otro nivel, porque el lenguaje, instrumento
cultural, mediador así como los compañeros del aula, los docentes apoyan al
desarrollo del niño. Qué interesante ver
al patio convertido como si fuera una gigante hoja de lectura, donde los niños eran los
personajes, otros quería ser la naturaleza (el contexto), a mí me asignaron el
papel de narrador.
Hasta aquí, el juego es buen camino
para el aprendizaje de los niños, no cabe dudas, Elkonin asumirá que el juego
apoya al desarrollo de los niños, entonces la técnica lúdica, “contexto, leer, comprender, contrastar
mediante el juego”, nos permite mejores satisfactorios resultados.
Esta sesión del aprendizaje, acerca de
una fábula, me permitió ver que debe ser tratada interdisciplinariamente,
porque no es lectura por lectura, o solo comunicación, porque también está
arte, matemática, ciencias sociales. Eso lo apreciamos cuando los niños
formaron grupos, se reparten las tareas, cuentan, miden arbitrariamente, imitan
a los animales, se corrigen, se ayudan, para finalmente poner todo en acción,
como consecuencia de haber aprendido y entendido la lectura.
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