lunes, 8 de febrero de 2016

INVESTIGACIÓN ACCIÓN: EL DIARIO DE CAMPO




                  DIARIO DE CAMPO

                Un día de lectura en la escuela


02  de febrero del 2016


Una sesión de lectura en el  tercer grado de primaria. Siempre tenía  por  decisión trabajar  la comprensión de lectura de manera frontal, es decir; entregaba el texto a los niños, pedía que lo lean de manera silenciosa, luego que respondieran determinadas preguntas, para finalmente asumir los aciertos, pues las preguntas generalmente eran para marcar la alternativa correcta, entre los distractores presentados. Esperaba los resultados. Aquí sostenía mi labor educativa en función al pragmatismo, el neopositivismo y la concepción tecnocrática de la educación, claro dentro de una línea conductista.

Daniela, la niña que siempre me decía; ¿por qué todo tiene que ser así? Hoy me sorprendió con otra pregunta en pleno proceso de la lectura, para decirme; ¿qué pasaría si esta lectura mejor lo hacemos jugando?  Aquella intervención, más allá de quitarme la autoridad, porque así habría pensado un profesor medieval, hizo que me desconcentre en cuanto a lo que estaba esperando, el final de la lectura. Esto me llevó a preocuparme y sentir que algo está pasando en los niños, ¿por qué siempre el mismo resultado?  y yo no estaba haciendo nada por cambiar la situación. Obviamente, en el momento no tenía una respuesta  directa para Daniela. A ella se sumó Karlos, el mismo que dijo: profesor, pero si  en esa lectura los niños  juegan y conversan con los animalitos, por qué nosotros no. Todo eso no hizo más que generar en mí un sentimiento de culpa y creencia de que ellos son seres pasivos.

Ante lo que estaba sucediendo pensé; qué sucederá en los niños al enfrentar aquella lectura? ¿Les generará interés alguno?  ¿Qué procesos del pensamiento estarán activándose? ¿Qué valores y actitudes para interactuar en su casa, escuela y comunidad se estará sellando?  Asimismo, empecé a darme cuenta que estoy siendo negligente al no evaluar el contenido de los textos, a ello incluido los procedimientos que permitan una mejor generación de aprendizaje. Estas interrogantes me estaban sacudiendo de la orientación cajanegrista del aprendizaje, claro E-R. Skinner sostendría que no se puede conocer el “O”, es decir  el mundo subjetivo del sujeto, sino externamente se debe trabajar los estímulos para conseguir la respuesta. 

Bueno, dejé de lado aquel modelo de lectura  mediante la enseñanza programada, para  asumir la sugerencia de los dos niños, pues recordé que algo acerca de lectura lúdica había leído, pero no tenía  esperanza en ello porque según, alguien me dijo que se pierde el tiempo. Pedí que los niños terminaran de leer pero que las respuestas a las preguntas las trabajaríamos de otra manera. Dejé que fueran a sus hogares.

La mañana había cedido el paso a la tarde. Durante la hora de almorzar no dejaba de pensar en los niños y la lectura, mediante preguntas que autorregulaban  mi accionar, metacognición para los cognitivistas. No lo voy  a  negar, tenía que resolver esta situación, porque no podía ver las caras  de los párvulos al día siguiente sin hacer algo distinto.

Busqué en la biblioteca cercana acerca  de teorías y técnicas acerca de la lectura, pasé  a pasé a internet, algo había en este último, pero faltaba más argumentación, para saber lo que voy a ejecutar  con base científica. Revisé los libros de mi casa, apuntes, videos, conversé  vía skype con dos amigos. Qué curioso, iba entendiendo que todo debe estar fundamentado, nada está puesto al azar. La decisión ya estaba tomada, la sesión de lectura la trabajaré con le técnica lúdica sostenida en la teoría histórico cultural.

Con mi nuevo plan de sesión, me sentía satisfecho de la decisión tomada. Mi sonrisa y entusiasmo eran tales, que caminaba medio silbando. Al llegar a la escuela me sentía ser otra persona, asimismo vi a los niños como los constructores de un país distintos. A la voz de vamos a jugar con la lectura, porque leer es jugar, conversar, compartir, pensar y trabajar formamos un círculo grande, cada cual con su hoja de lectura. Todo esto hizo que los niños estuvieran sorprendidos, hasta yo mismo, porque todos creíamos que se generaría un alboroto. En un primer momento la mayoría de los niños estuvieron sorprendidos, otros saltaban. Daniela decía, ya era tiempo, Karlos  señalaba,  qué raro, ya no leeremos? Percy decía, qué nota nos va a poner?. Entre otras expresiones. Bueno, no lo niego en un inicio estaba un poco ansioso por ver qué sucedería con los niños? Sí estaba seguro de  empezar por lo colectivo, colaborativo hacia lo personal. Todo esto lo sustentaba en los niveles del aprendizaje vigotskiano, desde el ineteraprendizaje hacia el intraaprendizaje de él nuevamente al primero, pero en movimiento de espiral.

Durante el proceso leíamos intercalando;  yo, luego ellos o al revés, como la lectura era una fábula, entonces  la participación tenía que ser total. Yo lo leía de manera oral y ellos trataban de ser los personajes, sin importar la forma de representar. Todo este acto lúdico  era solo un medio para conducirlos hacia la comprensión de lectura, tal como diría Aebli, “cuando leemos es como si cada cual tuviera un televisor propio en la conciencia para imaginar lo que sucede en los textos narrativos”.  Después de releer el texto y conversar riéndonos de lo que sucedía en la trama, decidimos formar dos grandes  grupos para representar lo sucedido. Los niños asumían cierto personaje, hasta se inventaba otros para que nadie quede sin participar, ellos estaban entendiendo en la práctica escolar, porque se asume  como sostiene Isabel Solé; “toda lectura es una significación propia, es la construcción de significados”, claro pero vigotskianamente, aquello desde la acción colectiva hasta el pensamiento, de aquí nuevamente a las acciones a otro nivel, porque el lenguaje, instrumento cultural, mediador así como los compañeros del aula, los docentes apoyan al desarrollo del niño. Qué interesante  ver al patio convertido como si fuera una gigante  hoja de lectura, donde los niños eran los personajes, otros quería ser la naturaleza (el contexto), a mí me asignaron el papel de narrador.

Hasta aquí, el juego es buen camino para el aprendizaje de los niños, no cabe dudas, Elkonin asumirá que el juego apoya al desarrollo de los niños, entonces la técnica lúdica, “contexto, leer, comprender, contrastar mediante el juego”, nos permite mejores satisfactorios resultados.

Esta sesión del aprendizaje, acerca de una fábula, me permitió ver que debe ser tratada interdisciplinariamente, porque no es lectura por lectura, o solo comunicación, porque también está arte, matemática, ciencias sociales. Eso lo apreciamos cuando los niños formaron grupos, se reparten las tareas, cuentan, miden arbitrariamente, imitan a los animales, se corrigen, se ayudan, para finalmente poner todo en acción, como consecuencia de haber aprendido y entendido la lectura.

Al cerrar la sesión nuevamente nos sentamos en el círculo grande para conversar sobre la participación de cada uno, asimismo responder las preguntas que estaban en la hoja. Los niños entre risas y asombro respondían a manera de, ya me di cuenta. La situación era más dinámica, participativa y horizontal 

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